La segunda oportunidad que Dios le da a nuestras vidas no depende de las cualidades o circunstancias que nos rodean. No, sólo dependen de Dios. Si entendemos que sólo dependen de Dios, no miraremos las circunstancias para determinar seguir adelante, miraremos a Dios y haremos lo que Él nos ha indicado y lo que tenía para nosotros, lo podremos conquistar.
Viviendo por fe, aún tenemos oportunidad.
Nuestra segunda oportunidad
Ante todas las cosas difíciles, la gente recurre a Dios para que las solucione. Todo lo difícil e imposible se lo dejamos para él.
Desde la sanidad de una enfermedad muy grave, a arreglar los problemas en casa o que queremos un mueble, una cocina, un auto. Todo lo que de mucho esfuerzo se lo dejamos en las manos de Dios y si no nos contesta que sí…
Hoy le estamos pidiendo a Dios que arregle nuestra sociedad, nuestra economía, que detenga los desastres naturales o el descontrol de la naturaleza.
Es tarea de Dios, según nuestra idea, que tengamos ganas de orar, leer la Biblia, estudiar, ir al trabajo, dejar de lado un vicio, dejar de mentir… etc.
Sabemos que todo debe cambiar en nuestra vida y a nuestro alrededor, pero lo dejamos en las manos de Dios.
Pero resulta que gran parte de lo que dejamos en las manos de Dios y pretendemos que Él solucione, son las cosas que cada uno de nosotros debe hacer y nadie más por nosotros.
Del mismo modo que en las iglesias enseñan sobre el pecado, las tentaciones, la segunda venida, los demonios, deben enseñar todos los requisitos que pone Dios a las personas que quieren tener junto a Él una vida completa.
Israel estaba cautivo en Egipto, trabajaba para el Faraón, del modo que el Faraón lo exigía. Después de tenerlo todo, ellos se habían vuelto esclavos.
-Trabajaban para un patrón que nunca les pagaba y si no cumplían con su trabajo, los castigaba o les disminuía la mísera ración de comida que se les daba.
-No tenían tierra, donde vivían era prestado.
-No tenían ejército.
-No tenían industria.
-No tenían comercio.
-No tenían gobierno propio.
-No tenían agricultura.
-No tenían líder.
-No tenían ilusión del futuro.
-No creían que pudieran hacer algo para cambiar su presente y futuro.
No tenían… no tenían… no tenían… no tenían… Eran tres millones de personas que sólo sabían sufrir
Y Dios quería que salieran de Egipto, que se fueran, que comenzaran una nueva vida, que formaran un estado con gobierno, ejército, comercio, agricultura, industria… quería que tuvieran una relación de amor con Él, que prosperaran, que alcanzaran… que lograran… que obtuvieran…
¿Y cómo podría hacerlo un pueblo que hacía 300 años que sólo sabían ser esclavos?
¿Por dónde debían comenzar para lograrlo?
1. Debían tomar la decisión de comenzar un nuevo sistema de vida.
La forma de pensar de cada uno de nosotros es el resultado de muchos años de actuar, de decidir, por la influencia de padres, madres, hermanos, amigos, patrones, vecinos, círculo social… La mente del hombre es como el disco duro de una computadora, guarda todo, pero cuando está lleno, la computadora funciona lento, mal, se cuelga y necesita ser formateado para cambiar. Eso debemos hacer nosotros, al igual que Israel, es sencillo, sólo debo decidir: sigo igual o formateo mi mente, la dejo en blanco y le coloco lo que sí debe tener.
2. Debían adoptar un nuevo modo de vivir.
¿Nos hemos puesto a pensar porqué Moisés dio tantas leyes al pueblo? Porque tenían que adoptar un nuevo modo de vivir. Les enseñó higiene, economía, gobierno, salud, alimentación, reglas de convivencia… TODO nuevo. Era otro modo de vivir. Debían vivir con otra cabeza para lograr lo que nunca habían logrado.
3. Debían aprender a pasar por sus situaciones difíciles, venciendo.
Si miramos lo que les tocó pasar desde que salieron de Egipto, todas fueron situaciones límites en que se puso a prueba su fe, y cuando mantuvieron su fe, salieron triunfantes. Cuando se sometieron a su vieja mente, a su viejo modo de vivir, al conformismo (por ejemplo, ahora eran libres, podían alcanzar un nuevo futuro, y el contratiempo del desierto les hizo anhelar volver a la esclavitud, al azote, a la miseria, por unas cebollas ¡insólito, pero si nos analizamos nos pasa lo mismo!) Al igual que ellos, cada vez que no mantenemos la fe y la integridad ante Dios, perdemos las oportunidades de vencer.
El país pintado en fucsia es Suiza. Suiza está rodeada de tierra, no tiene grandes mares que le den salida a ningún océano, pero Suiza tiene la primera o segunda naviera más grande del mundo (que sea la primera o segunda depende de la visión de los economistas). Suiza no tiene casi recursos naturales, pero tiene una de las economías más prósperas y desarrolladas del mundo, casi no tiene desempleo ni inflación. No cultivan cacao pero producen el chocolate más famoso y de mayor calidad en el mundo.
No es lo que parece lo que debe determinar si tenemos o no una segunda oportunidad para tener una vida completa, sino cambiar nuestro modo de pensar. Cambiar nuestro modo de actuar. Cambiar nuestro modo de planear, aún cambiar nuestro modo de comer y relacionarnos con los demás. Es con las reglas de Dios que lo más increíble e imposible lograremos no porque esperamos en los milagros, sino porque vivimos del modo adecuado, con la mente adecuada.
Dios, a aquellos insignificantes y desheredados israelitas, les prometió transformarlos en una gran nación a la cual las demás naciones admirarían y que además serían bendecidas a través de ellos. No tenían nada para llegar a ser eso. Sólo debían cambiar la forma de enfrentar la vida. Y en eso consiste la segunda oportunidad que Dios te da. No es para cometer el mismo error del mismo modo, sino para cambiar el modo de enfrentar la vida. Y en 300 años, los israelitas lo lograron. Tuvieron leyes justas, fueron económicamente prósperos. La arquitectura que desarrollaron fue excelente, de vivir en casas prestadas tuvieron el templo más hermoso de casi que todos los tiempos. Fueron excelentes artesanos. Tuvieron sabiduría y un ejemplar sistema educativo. Uno de sus reyes, Salomón, fue un gran filósofo y científico.
Claro que todo esto lo lograron mientras se mantuvieron en la perspectiva de Dios.
¿Queremos una segunda oportunidad? ¿Cuál será nuestro modo de pensar? ¿Dónde mantendremos fijos nuestros ojos?
Aún tenemos oportunidad.
Esta predicación o mensaje trata sobre: 1 Pedro, Deuteronomio, Esfuerzo, Fe, Oportunidades
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