Dios es quien sabe lo que hace con nuestras vidas, aunque no lo podamos entender, aunque pareciera que es más bueno con otros que con nosotros, debemos aprender que Dios dirá que sí a lo que contribuye con su propósito a nuestras vidas, y para lo demás, nos pedirá que guardemos silencio.
¿Qué quiero decir con eso?
Estamos acostumbrados a ver las cosas de un solo modo y debido a ello no podemos ver muchas de las simples soluciones.
Y cuando nuestra mente no puede ver la solución, decidimos que es imposible, que no tiene solución.
Lo mismo ocurre con nuestra vida cristiana.
Cuando nuestra mente no puede entender los caminos por los que nos lleva Dios, decidimos abandonarle porque creemos que Él nos abandonó primero.
A veces, el peor enemigo para nuestra fe y para pasar por las dificultades que Dios permite, es nuestro propio modo de pensar.
Ahora volvamos a “Cuando no se cumple 37-4, prueba si es 37-7”, ¿pudiste descifrarlo? Es casi seguro que como no tienes ni idea de lo que significa tu mente decidió no pensarlo más.
Vamos a ver qué es cumplirse 37-4 y qué es 37-7.
Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. 2ª Reyes 5:3
Naamán era un hombre que con sus éxitos se había transformado en importante y conocido en Siria. Aún el rey conocía sus éxitos.
Estaba preparado para desempeñarse como general. Sabía cómo enfrentar a los enemigos, sabía plantear estrategias de guerra, era valiente, era obedecido…
Y tenía dinero.
Podríamos decir que tenía todo lo que consideramos necesario para ser felices: fama, éxito, dinero, honra, obediencia, admiración, reconocimiento…
Pero Naamán se enferma de lepra. La lepra era lo único que no estaba bajo su control, la lepra era lo que le quitaba la alegría, la capacidad de disfrutar todo lo que había logrado.
La esposa de Naamán tenía una sierva, una sierva hebrea, una muchacha hebrea. Una muchacha hebrea que aunque estaba viviendo en un país extraño y separada de su familia, no callaba quién era su Dios.
Sin importar todo lo que aconteciera, bueno o malo, aquella muchacha entendía y estaba dispuesta a que en todo Dios fuera glorificado, que sin importar a dónde Dios le llevara, todo lo que permitiera que le pasara, donde estuviera y bajo toda circunstancia, debía glorificar a Dios.
Desde esa convicción, ella presenta a Dios a Naamán, desde esa convicción se atreve a hablar.
Y no era que ella supiera que Eliseo tenía por costumbre sanar leprosos, ella sólo sabía que era alguien a quien Dios usaba, así que le sugiere a Naamán que fuera a contarle su problema a Eliseo.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. Lucas 4:27.
Y Dios sanó a Naamán y en Naamán se cumplió 37-4 pero en aquella muchachita no.
Ella fue valiente, obedecía a Dios, glorificaba a Dios, presentaba a Dios… pero en ella Dios no hizo milagros.
Para ella no hubo un 37-4
…Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Salmo 37-4 (b)
Eso es 37-4.
Pero, ¿qué es 37-7?
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Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. Salmo 37-7
¿Te esperabas algunas de las circunstancias duras que has atravesado o que estás atravesando?
Nosotros tenemos puesta la esperanza en 37-4, pero muchas veces no se cumplió en nosotros porque nos olvidamos que el deseo de nuestro corazón que Dios nos concede es aquel que está de acuerdo con su voluntad.
Y que cuando el deseo de nuestro corazón no concuerda con su voluntad, debemos guardar silencio delante de Dios, Él sabe lo que hace, y lo que hace, siempre es para vida eterna.
Es por eso que la muchachita no se quejó de que Dios tuviera misericordia de aquel hombre que todo lo tenía y ella siguiera siendo una sierva, una esclava, en tierra extraña.
Aquella muchachita entendía que aquel era el propósito de Dios para su vida y debía marcar la diferencia en el lugar y circunstancia que Dios le hiciera vivir.
Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. Salmo 37:5
En hebreo, encomendar, es volcar. Si volcamos no dejamos nada a nuestra decisión. Cuando hemos volcado y confiamos en Dios, sin importar los giros que den nuestras vidas, estamos capacitados para marcar la diferencia… y cuando Dios cumple promesas en todos los demás y nosotros sentimos que pasan los años y Dios se sigue tardando, nuestra fe debe estar puesta en 37-7.
Aun cuando las cosas no resulten como esperamos debemos estar resueltos a vivir en el presente que Dios nos da, no en el pasado que no podemos cambiar ni en el futuro que no podemos asegurar que tendremos.
Pero es vivirlo con calma, con excelencia y callados la boca.
Aquella criada sólo habló para cumplir con sus roles como criada y como hija de Dios, pero calló toda queja de la situación en que estaba, aunque no lo entendiera, no cuestionaba lo que Dios permitía que viviera.
Calló porque sabía que estaba en Siria porque Dios lo quiso así.
Calló porque no guardaba rencor en su corazón.
Calló porque no le importaba que Dios hiciera milagros en otros mientras ella seguía cautiva.
Calló porque prefería seguir siendo instrumento de Dios.
Calló porque no le importaba entender por qué estaba allí, le bastaba que Dios lo entendiera.
Calló porque sabía que Dios no se equivoca.
Si cada día parece tan difícil como el anterior y mañana parece más incierto de lo que nos pareció ayer el hoy, sigamos callados la boca, con calma y haciendo lo que está en nuestra posibilidad con la mayor excelencia y el mayor amor que podamos.
Y callarnos no es que no hablemos sino que no nos quejemos ni por nuestro pasado ni por nuestro presente ni desesperar por el futuro; callarnos es vivir confiados a pesar que se rompan muchos sueños y aunque se llenen nuestros ojos de lágrimas y nuestra boca de llanto.
Y callarnos no es guardar un silencio de resentimiento sino de sumisión ante lo que Dios permite, mientras vamos conquistando otro tipo de triunfos, como la criada. Ella conquistó el triunfo de ser la portavoz de la ayuda para su amo.
Callarnos es guardar silencio esperando en lo que Dios hará en nuestra situación sin nosotros dejar de desarrollar nuestro rol. La criada siguió siendo la criada, ella cumplió con todas sus responsabilidades y fue más allá de las responsabilidades como criada y cumplió las responsabilidades como hija de Dios al presentar a su milagroso Dios.
Aunque desees abandonarlo todo, escapar, huir, morir, dormir, dejar tu lugar, cumple tus responsabilidades como lo que eres, seas hijo, padre, madre, esposa, esposo, amigo, amiga, patrón, estudiante… quien seas, cumple con tus responsabilidades, eso es guardar silencio. Pero no sólo eso es guardar silencio, guardar silencio es también actuar como hijo de Dios para beneficio de otros, como lo hizo la criada.
¡Guardar silencio…!
Cuando guardamos silencio y cumplimos con nuestra responsabilidad ocurre lo mismo que cuando niños nos mandaban a hacer algo que no queríamos e íbamos rezongando y nuestros padres nos decían “calladita la boca”, al comienzo hay un caos de rezongos en nuestra cabeza, pero poco a poco se van acallando y cuando terminamos con nuestra responsabilidad ya no hay rezongos en nuestra mente y estamos satisfechos de haber completado nuestro trabajo.
Aunque Dios no cumpla los deseos de tu corazón, cállate y cumple con tu responsabilidad.
Guardar silencio de este modo aleja la rebeldía y nos acerca a Dios.
Guardar silencio de este modo nos lleva a recordar que Jesús murió en la cruz para que tuviéramos una vida abundante y la vida abundante no es tener todo lo que quiero y del modo que quiero, sino disfrutar la vida que Dios me da porque Él tiene un motivo por el cual me hace vivirla aunque yo no lo entienda.
Guardar silencio de este modo nos hace buenos y gentiles con los demás, nos lleva a interesarnos sinceramente por el bienestar del prójimo y eso me acerca más a la voluntad de Dios.
Guardar silencio de ese modo nos lleva a dar un buen testimonio porque seguimos esperando en Dios.
¿Qué importa que nosotros no lo entendamos sí Él sabe qué hace?
Guarda silencio, eso te corresponde a ti.
Esta predicación o mensaje trata sobre: Conceder, Corazón, Esperar, Silencio, Salmos.
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