Y sin darnos mucha más información, Números llega a los 37 años del vagar por el desierto y se inicia la marcha hacia la tierra prometida.
Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada. Números 20:1
Los israelitas están otra vez en Cades Barnea. Hace casi 38 años que en ese lugar se habían revelado contra Dios y habían creído en lo que habían dicho los otros diez espías.
Y cuando llegan a ese lugar, muere María, la que se había arriesgado para salvar a su hermano Moisés, la que había entonado el himno de liberación, la que quiso más reconocimiento.
Y porque no había agua para la congregación, se juntaron contra Moisés y Aarón. Y habló el pueblo contra Moisés, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová! Números 20:2-3
Ya sabían que en ese desierto no había casi agua. Y tampoco querían morir en realidad, sólo se estaban quejando una vez más.
Ya habían fallado, 38 años atrás, en Cades Barnea y no habían aprendido la lección.
¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni de granadas; ni aun de agua para beber. Números 20:5
El desierto era el lugar que ellos se habían ganado con la desobediencia. El lugar de cosechas, frutas y agua era el que habían perdido con la desobediencia.
Lo que habían perdido no era por culpa de Moisés y no era por culpa de Dios, era por culpa de ellos mismos.
Ante las quejas del pueblo, Moisés y Aarón recurren a Dios nuevamente el cual les da instrucciones de cómo le dará el agua al pueblo.
Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. Números 20:8
Y Moisés va, pero cansado de aguantar tantas desconformidades en el pueblo.
Y en su cansancio hace dos cosas que desagradan a Dios y se esconde un pecado.
Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Números 20:6
Moisés se atribuye el poder darles agua. No es él quien puede darles agua, es Dios. Hay muchos líderes que se atribuyen el poder de Dios que Dios ha manifestado a través de sus vidas. Somos siervos inútiles.
Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Números 20:11
Moisés golpeó la piedra en lugar de hablar.
A pesar del pecado de Moisés, Dios le dio agua al pueblo.
Ambas cosas Moisés las hace movido por el enojo, pero en ese enojo hay algo más escondido dentro de él.
Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. Números 20:12
El pecado escondido dentro de Moisés era la incredulidad, una incredulidad que le llevó a desobedecerle.
¿Cuánto perdemos por la incredulidad?
¿Sabías que sí Moisés entró en la tierra prometida después de morir?
Cuando la transfiguración.
Esta predicación o mensaje trata sobre: Fé, incredulidad, Moisés, desierto, quejas, castigo
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