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Las actitudes que ocultan nuestra incredulidad

La mayoría de las personas nos dicen todo el tiempo, que hay que ser positivos, que hay que tener fé… pero cuando las circunstancias obligan a demostrar si es cierto o no, aparecen las actitudes que ocultan nuestra incredulidad, y las cosas ya no son como parecían.

Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová? Números 16:1-3

Israel no estaba aceptando su responsabilidad en todos los problemas que la desobediencia había desatado y culpan a Moisés y a Aarón del desastre.

Dios desatará su castigo contra los hijos de Coré y es el hombre a quienes ellos han criticado, contra el cual se han levantado, el que se interpone entre ellos y Dios para librarles del castigo.

Eso generalmente ocurre contra los pastores, despotrican contra ellos, pero cuando necesitan ser defendidos, están esperando que el pastor actúe a su favor.

Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros. Números 16:44-45

Moisés amaba tanto al pueblo que estaba dispuesto a exponerse a la ira de Dios.

Y dijo Moisés a Aarón: Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado. Entonces tomó Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo, y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad. Números 16:46-48

Moisés y Aarón son en este momento el ejemplo de un verdadero pastor: el valor para denunciar el pecado, la entrega para defender al pueblo.

Pero la mortandad, el castigo, la defensa al pueblo de Moisés a Aarón, no callarían las murmuraciones del pueblo contra el llamado de Dios a estos dos hombres.

Así que Dios va a manifestarse de tal modo que deje claro una vez más  a quién ha escogido Él.

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Habla a los hijos de Israel, y toma de ellos una vara por cada casa de los padres, de todos los príncipes de ellos, doce varas conforme a las casas de sus padres; y escribirás el nombre de cada uno sobre su vara. Y escribirás el nombre de Aarón sobre la vara de Leví; porque cada jefe de familia de sus padres tendrá una vara. Y las pondrás en el tabernáculo de reunión delante del testimonio, donde yo me manifestaré a vosotros. Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros. Números 17:2-5

La murmuración consistía en rechazar el liderazgo dado por Dios, en definitiva era un nuevo desacuerdo del pueblo con lo que Dios había decidido. Dios les hace llevar una vara por tribu y las ponen a todas en el tabernáculo.

Y aconteció que el día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras. Números 17:8

Y así Dios confirmó el sacerdocio de Aarón. La vara de Aarón estaba tan muerta como la de las otras tribus, y la de él reverdeció.

Pero todos los levitas serán responsables de  este pecado, pues Coré y sus hijos pertenecían a los levitas.

Jehová dijo a Aarón: Tú y tus hijos, y la casa de tu padre contigo, llevaréis el pecado del santuario; y tú y tus hijos contigo llevaréis el pecado de vuestro sacerdocio. Números 18:1

Eran responsables porque la rebelión se originó en la tribu de Leví.

Aarón era responsable de cuidar la integridad de los hombres que estaban al servicio junto con él. Un verdadero pastor es responsable de cuidar que entre sus ovejas no se estén desarrollando vidas de pecado ni rebeliones ocultas. Dios pedirá cuentas a sus siervos sobre aquellos a los que dio para que pastorearan.

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Y sin darnos mucha más información, Números llega a los 37 años del vagar por el desierto y se inicia la marcha hacia la tierra prometida.

Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada. Números 20:1

Los israelitas están otra vez en Cades Barnea. Hace casi 38 años que en ese lugar se habían revelado contra Dios y habían creído en lo que habían dicho los otros diez espías.

Y cuando llegan a ese lugar, muere María, la que se había arriesgado para salvar a su hermano Moisés, la que había entonado el himno de liberación, la que quiso más reconocimiento.

Y porque no había agua para la congregación, se juntaron contra Moisés y Aarón. Y habló el pueblo contra Moisés, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová! Números 20:2-3

Ya sabían que en ese desierto no había casi agua. Y tampoco querían morir en realidad, sólo se estaban quejando una vez más.

Ya habían fallado, 38 años atrás, en Cades Barnea y no habían aprendido la lección.

¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni de granadas; ni aun de agua para beber. Números 20:5

El desierto era el lugar que ellos se habían ganado con la desobediencia. El  lugar de cosechas, frutas y agua era el que habían perdido con la desobediencia.

Lo que habían perdido no era por culpa de Moisés y no era por culpa de Dios, era por culpa de ellos mismos.

Ante las quejas del pueblo, Moisés y Aarón recurren a Dios nuevamente el cual les da instrucciones de cómo le dará el agua al pueblo.

Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. Números 20:8

Y Moisés va, pero cansado de aguantar tantas desconformidades en el pueblo. 

Y en su cansancio hace dos cosas que desagradan a Dios y se esconde un pecado.

Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Números 20:6

Moisés se atribuye el poder darles agua. No es él quien puede darles agua, es Dios. Hay muchos líderes que se atribuyen el poder de Dios que Dios ha manifestado a través de sus vidas. Somos siervos inútiles.

Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Números 20:11

Moisés golpeó la piedra en lugar de hablar.

A pesar del pecado de Moisés, Dios le dio agua al pueblo.

Ambas cosas Moisés las hace movido por el enojo, pero en ese enojo hay algo más escondido dentro de él.

Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. Números 20:12

El pecado escondido dentro de Moisés era la incredulidad, una incredulidad que le llevó a desobedecerle. 

¿Cuánto perdemos por la incredulidad?       

¿Sabías que sí Moisés entró en la tierra prometida después de morir?

Cuando la transfiguración.

Esta predicación o mensaje trata sobre: Fé, incredulidad, Moisés, desierto, quejas, castigo

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