Lo que Dios prometió y lo que el pueblo alcanzó, hay una enorme diferencia entre ambas cosas…
A veces miramos nuestras vidas y pensamos que Dios no ha cumplido sus promesas en nosotros, pero a veces se nos olvida que hay una condición para que Dios nos bendiga, una condición que Él estableció.
Obediencia Desobediencia Bendición Conquista
La mayor promesa de Dios para nuestras vidas es Él mismo.
A la tribu de Leví Dios se entregó a sí mismo como su heredad.
por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo. Deuteronomio 10:9
Como hijos de Dios, Dios es nuestra mayor y mejor heredad.
Pero para que Dios sea nuestra herencia hay algo que nos corresponde a nosotros cumplir.
Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? Deuteronomio 10:12-13
Dios y nadie más que Dios había enviado a José a Egipto.
Fue Dios y nadie más que Dios quien envía a Jacob y su familia a Egipto.
Es Dios y nadie más que Dios que permitió que Israel estuviera 400 años esclavo.
Y era Dios y nadie más que Dios que los había sacado de Egipto y los llevaba a la Tierra Prometida.
Con setenta personas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud. Deuteronomio 10:22
Porque hay cosas que sólo Dios permite y sólo Dios hace, pero hay otras que dependen de nosotros.
Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla; Deuteronomio 11:8
Hay cosas que dependen de nuestro compromiso con Dios.
Conquistar la Tierra Prometida dependía del compromiso del pueblo con Dios.
Si ellos eran obedientes, Dios les daría la fortaleza para poseer aquella tierra.
La tierra que Dios les prometía dependía de las lluvias para ser próspera.
La tierra a la cual pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; Deuteronomio 11:11
Las lluvias a su tiempo, todas las necesarias, Dios las enviaría a cambio de obediencia.
Seguir leyendo…Esta es la continuación del mensaje Lo que Dios prometió y lo que el pueblo alcanzó.
Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite. Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás. Deuteronomio 11:13-15
En aquel tiempo no tenían medios físicos para regar una tierra montañosa como la que recibían. Para que la tierra fuera tan próspera de que fluyera leche y miel, serían necesarias las lluvias enviadas por la mano milagrosa de Dios.
Dios había elegido desde antes de la fundación de los tiempos esa tierra, la creó con esa geografía específica para que tanto los israelitas como los que creeríamos después en su nombre, aprendieran y aprendiésemos que debemos depender de Dios.
Pero no dependencia de que Dios haga y haga y haga, sino dependencia de que nosotros seamos obedientes para que Él pueda hacer lo que para nosotros es imposible.
El pueblo debía ser obediente y cultivar y trabajar la tierra.
El pueblo debía ser obediente y cuidar el ganado.
En la obediencia y acción del pueblo, Dios actuaría proveyendo lluvias milagrosas para que el pueblo prosperara.
El riesgo que corría el pueblo era que al ver la prosperidad y el avance de las ciudades, ellos se creyeran los artífices de todo y dejaran de obedecer y confiar en Dios.
Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe, y os apartéis y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos; y se encienda el furor de Jehová sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis pronto de la buena tierra que os da Jehová. Deuteronomio 11:16-17
Este es el pecado de nuestros días, tenemos tanto al alcance de la mano que nos olvidamos que nada podríamos lograr si Dios no nos respalda.
Sin nuestra obediencia a Dios podemos hacer mucho dinero pero no alcanzar la felicidad.
Sin nuestra obediencia a Dios podemos estar luchando por nuestros sueños y que estos nunca satisfagan nuestra alma.
Sin nuestra obediencia a Dios podemos estar haciendo dinero pero no tenemos ni idea cómo se va de nuestras manos y nunca nos alcanza.
Sólo nuestra obediencia a Dios, mientras hacemos todo lo que Dios nos pide, puede satisfacer nuestra alma y prosperarnos.
Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro; desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Éufrates hasta el mar occidental será vuestro territorio. Deuteronomio 11:24
Esto es una promesa de Dios exclusiva para Israel y exclusiva para aquel momento.
Eso de que andan pisando, tocando y reclamando en base a este versículo no tiene nada que ver con lo que Dios manda ni con todo el contexto de la Biblia.
Pero sí nos enseña hasta dónde quería llegar Dios con su bendición como recompensa de la obediencia.
A cambio de la obediencia ellos podrían conquistar unos 777.000 km cuadrados. Desde el Éufrates al Mar Mediterráneo, desde el Líbano hasta el desierto que acababan de cruzar.
Ellos, lo máximo que llegaron a ocupar, fueron 77.000 km cuadrados.
Sólo el 10 por ciento de lo que Dios les prometió, porque les faltó obediencia.
A cambio de la obediencia, ningún ejército les podría derrotar.
A ellos hasta los dominó un pueblo que envió unos hombres disfrazados de caminantes…
Todo porque les faltó obediencia.
Y nosotros miramos a Israel y decimos: ¿cómo no obedecieron con todo lo que se les prometió?
Y nosotros somos iguales, hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual que es nuestra a cambio de obediencia, pero ni el 10 por ciento alcanzamos porque nuestra obediencia es muy poca.
He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido. Deuteronomio 11:26-28
Eso sí sigue vigente. Somos nosotros los que elegimos cuánta bendición queremos en nuestras vidas.
Aunque para el mundo los absolutos no tengan valor, para Dios sí; aunque para el mundo la obediencia ha pasado de moda, para Dios sigue vigente.
Dios bendice la obediencia.
Lo que Dios prometió y lo que el pueblo alcanzó
Puedes ver el video de este mensaje que aquí titulamos Lo que Dios prometió y lo que el pueblo alcanzó, desde nuestro canal de You tube con el nombre las promesas de Dios para su pueblo
Esta predicación o mensaje trata sobre:Obediencia, Desobediencia, Bendicíon, Conquista.
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