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Pensando en las cosas de arriba

“Nosotros siempre pensamos en nosotros mismos, pero nunca en Dios, y ojo, Dios siempre está pensando en nosotros” (Krissia, Enero 2019)

Si te dedicas a enseñarles un poquito de Dios, cada día, a los niños que te rodean, ellos desafiarán tu fe, no para que dudes, sino para que crezcas en el conocimiento de Dios.

Nuestros pensamientos se reflejan en nuestro lenguaje y nuestro lenguaje revela qué estamos construyendo y qué destruyendo.

Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Colosenses 3:2

Si miramos a nuestro alrededor, son más las cosas que se destruyen que las que se construyen. Es indudable que cada vez ponemos menos la mirada en las cosas de arriba.

Si estamos poniendo la mirada en las cosas de arriba, soy hijo de Dios.

Y si somos hijos de Dios, se tiene que notar.

Si no notamos a Dios obrando en nuestras vidas es porque Dios no se nota en nosotros.

Porque Dios no abandona a sus hijos, si no se nota que Él está obrando en nosotros, es porque no está en nosotros.

siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:10

De verdad, que si nosotros no podemos anteponer la voluntad de Dios a la nuestra, obedecerle a Él antes que seguir nuestros antojos, no somos sus hijos.

Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1

El versículo comienza con un condicionante: “Si”. Mientras de verdad no hayamos nacido de nuevo, mientras no entendamos de verdad que Dios es quien dirige y yo le sigo, no podemos poner la mirada en las cosas de arriba.

Estamos en un tiempo en que se debe notar que somos de verdad cristianos. No existe un cristiano a medias. Eres o no eres.

Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:21

Todo lo que somos depende de dónde está puesto nuestro corazón.

El tipo de vida que tendremos depende de quién está grabado en nuestro espíritu como nuestro dueño.

Dios debe estar grabado en todo lo que somos, hacemos, decimos, pensamos, soñamos…

Debe estar grabado en nuestro diario vivir, en nuestro Facebook, en nuestro whatsapp, en todo lo visible y en todo lo oculto.

Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron. Mateo 22:17-22

Revisa tu silla.

Tal vez algunos ya lo descubrieron.

Cada moneda dice a qué país pertenece.  Ese país es el que determina su valor.

Tu vida es como una moneda. Dice a quién perteneces y tu dueño es quien determina tu valor.

Por un lado tienes el valor, por el otro un dibujo que representa algo o alguien del país al que pertenece.

El dibujo representa a algo o alguien, se parece a eso.

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Y hay sólo dos dueños posibles para tu vida: Dios o el diablo.

Donde tengas puesta tu mirada, señala cuál de los dos es tu dueño.

A quien te pareces, indica tu dueño. Es tremendamente doloroso encontrar a personas que se definen como cristianos y sus vidas, lo que hacen, dicen, planean, donde van, los hace parecidos al diablo.

El objetivo por el cual vives, señala a cuál de los dos le diste poder de autentificación.

El modo en que enfrentas la vida, señala dónde está puesta tu confianza, si en Dios o en las cosas de este mundo.

Tu forma de tratar al prójimo, el tipo de amor que regalas, la lealtad que tengas, señala de cuál de los dos provienen tus sentimientos.

¿Viste las monedas falsas? O los billetes falsos.

Esos se parecen, pero no son. Y no tienen ningún valor, cuando los agarra el Banco los prende fuego.

Si sos un billete falso, uno que no tiene la mirada puesta en las cosas de arriba, Dios te tirará al lago de fuego.

¿Viste las monedas o billetes de otro país?

Esos no sirven a menos que te los cambien

¿Viste los billetes rotos o las monedas completamente sucias?

Esos no sirven a menos que los arreglen o los cambien.

La moneda, el denario que le dieron a Jesús, tenía una inscripción que decía: “César Augusto Tiberio, hijo del Divino Augusto”. El valor de la moneda descansaba en el poder y autoridad del César, no en la moneda en sí.

¿A quién le tocó una moneda vieja?

Ya no tienen valor. El decreto que le daba valor, fue revocado por uno nuevo que las declaró inútiles.

Podemos aparentar ser hijos de Dios, pero si no somos reconocidos en el cielo como hijos, somos monedas sin valor.

Si tu vida le da gloria a Dios, tu moneda adquiere valor.

Tu valor, mi valor, no está en nosotros, está en a quien glorificamos con nuestras vidas.

Si tu vida hace que los hombres blasfemen de Dios, tu moneda pierde valor.

Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros. Romanos 2:24

Las monedas falsas provocan que se sospeche que todas son falsas.

¿Te has dado cuenta que cuando avisan que están circulando billetes falsos, los revisan a todos?

¿No te pones nervioso ver como la cajera revisa tu billete  cuando se lo entregas para pagar tu compra?

Las monedas falsas, los cristianos falsos, han provocado que el mundo sospeche que todos somos falsos y nos dan vuelta para arriba y para abajo, buscando descubrir nuestra falsedad.

Porque no se nos nota lo suficiente que somos auténticos. Porque hay miles de cosas de nuestro día a día que no nos identifica con Dios.

Porque hay miles de pensamientos y sentimientos que se reflejan en nuestras vidas que manifiestan que nuestro pensamiento no está en Dios.

Porque nuestra vida no manifiesta que de verdad entendemos la santidad de Dios, es que somos monedas sin valor.

Cuando Isaías entendió su pecaminosidad delante de la santidad de Dios, Dios no le dijo: no es tan grave, Isaías, no te preocupes, sino que lo purificó y le perdonó su pecado.

Dios lo limpió para prepararlo para lo que debía hacer y fue cuando la vida de Isaías adquirió valor.

Tu valor, mi valor, no está en nosotros, está en a quien glorificamos con nuestras vidas.

Tu valor, mi valor, no está en nosotros, está en de quién es la inscripción de pertenencia de nuestra alma.

Este mensaje lo puedes ver en video desde nuestro canal de Youtube en «De quién es la inscripción?»

Esta predicación o mensaje trata sobre: Valor, decisión, vida cristiana, obediencia

– – – – – IMPORTANTE – – – – –

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