Si abunda el dolor, abunda la consolación.
Parece ser la fórmula clásica, cuando queremos hablarle a alguna persona de Dios, decirle que si se acerca a Dios sus problema se terminarán, que las aflicciones van a terminar, y que la paz de Dios llegará a ellos.
Y es muy fácil presentar ese evangelio de «soluciones mágicas», más cuando la gente anda en busca de soluciones rápidas y que requieran el mínimo de esfuerzos de su parte.
Este mensaje muestra un enfoque muy distinto, basado en el Salmo 23, que nos viene a presentar una vida de aflicciones y dolor, que a muchos cristianos les puede tocar, pero también una vida de consolación en el momento mismo del dolor, no después de haber sufrido, sino mientras que estamos sufriendo.
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Un mensaje de Elizabeth Labandera sobre le dolor y la consolación.
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