La mayoría de las veces que vos y yo perdemos las ganas, las fuerzas, la esperanza, para seguir adelante, es que hay un pecado que está contaminando nuestra vida espiritual. Es la obediencia a Dios lo que nos da todo lo que necesitamos para seguir adelante, te invito a que revisemos cómo está nuestro tanque de combustible hoy.
Estamos en febrero, recién febrero, pero es tanto lo que hemos enfrentado y tan poco lo que hemos disfrutado que decimos “ya estamos terminando febrero”. Y es que ya estamos cansados, o seguimos cansados, o desalentados o con tantos proyectos ya cancelados que somos como mi auto cuando casi no le queda combustible que prende unas lucecitas que indican que no podrá avanzar más y se va a parar y yo digo “Señor, que dé para llegar a Ancap”.
Así estamos, con nuestro tanque espiritual casi vacío, anunciando que se va a detener nuestra marcha, que ya no podemos avanzar más.
Algunos, cuando están pasando por esas circunstancias intentan aferrarse a alguna “palabra” de aliento que se escuche por ahí, a alguna “profecía” de bienestar, a algún “método” para ser feliz. Pero en momentos así es cuando más debemos volvernos a la Biblia y encontrar allí cómo es que se recarga nuestro tanque espiritual y cómo se mantiene lleno para avanzar y alcanzar todo lo que está dispuesto por Dios.
¿Qué estamos haciendo mal que perdemos tanto combustible? Del domingo, después de estar en la casa de Dios, para el lunes al mediodía ya nos queda medio tanque, ¿por dónde perdemos combustible espiritual?
Cuando Israel debió tomar fuerzas, aliento, llenar su tanque espiritual de combustible para conquistar todo lo que tenía por delante, Moisés les enseñó el método de Dios para llenar sus tanques de combustible. Hoy no se van a ir de aquí con un método súper secreto sino con simplemente aquel que casi nadie ya recuerda.
¿Querés recargar tu tanque espiritual? Pues se resume en unos pocos verbos en los que enseña lo que te toca hacer a ti. Si quieres avanzar no hay fórmulas mágicas ni palabras ni profecías que te valgan la pena. La vida no se arregla con lo que declares, con lo que te profeticen, con lo que tanto te emocione un culto, no es quien te imponga las manos, no es quien ore a tu favor, sino que se arregla con lo que haces con lo que Dios ordena.
Avanzar, alcanzar, conquistar sólo se logra con: oír, ejecutar, no añadir, no disminuir y guardar. Nada que ver con lo que se nos dice por ahí. El combustible para nuestra alma está en 5 verbos.
1 Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da.
2 No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.
5 Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella.
6 Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta.
8 Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?
9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. Deuteronomio 4:1-2, 5-6, 8-9