Dos piezas del puzzle: amor y obediencia

Dos piezas del puzzle: amor y obediencia – La relación entre el amor y la obediencia.

¿Cuál es la relación entre el amor y la obediencia?, ¿por qué los mandamientos de Dios son una manifestación de su amor?

Los dos temas recurrentes de Deuteronomio son el amor y la obediencia, ¿cómo se relacionan estos dos?

Primero debemos entender que Dios dio la ley y que la ley es una expresión del amor de Dios. Por amor al hombre, Dios estableció los modos de que el hombre pudiera volverse a Él y vivir en comunión con Él. Cada una de las ordenanzas de Dios no son para complicarnos la vida, son una expresión de su amor, es una manifestación de su amor.

Dios manifiesta su amor dándonos las pautas para vivir como sus hijos. Nosotros manifestamos nuestro amor por Él al seguir esas pautas, al obedecerle. Vayamos un poco más adelante en la Biblia para que este concepto vaya quedando claro.

Si me amáis, guardad mis mandamientos. Juan 14:15

La obediencia es un asunto de amor. Sin amor es imposible que haya una obediencia genuina y permanente.

Dos piezas del puzzle, amor y obediencia

Los hijos no pueden obedecer a sus padres por falta de amor. Nosotros no obedecemos a Dios por falta de amor. Si nuestro amor por Dios fuera en aumento, nuestra obediencia a Él también sería mayor.

Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5

Nuestra obediencia revela nuestro amor.

Nuestra desobediencia revela nuestro desamor.

Y esto revela que hay sólo dos clases de personas en el mundo: los que aman a Dios, los que aborrecen a Dios.

Cuando se aborrece a Dios, la actitud es de rechazo y desobediencia a sus mandamientos y la verdad depende de cada uno, cada uno publica su propia verdad y hace lo que quiere.

Cuando se ama a Dios, la actitud es de obediencia y la verdad emana de Dios y nos sujetamos a la voluntad de Dios y hacemos lo que Dios manda.

El amor o desamor no se manifiestan en nuestras palabras. El amor y el desamor se manifiestas en quienes somos, lo que hacemos, lo que sentimos, lo que pensamos… en nuestra esencia que es la que nos lleva a dar frutos de vida o de muerte.

Por eso Dios da la orden de obedecerle. Si podemos obedecerle es porque le amamos, y nos pide obediencia para todos los días de nuestra vida.

Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. Deuteronomio 6:1-3

La bendición de Dios está ligada a nuestra obediencia. Sin obediencia no hay bendición.

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Deuteronomio 6:4

Esto es parte de una buena información, un conocimiento que debemos adquirir. Todos hemos visto las letras YHWH que traducimos como el nombre Jehová.

Estas cuatro letras, YHWH se corresponden con “El Señor”. El nombre “Dios” se traduce de “Elohim” que es una palabra plural.

«El Señor» corresponde a la palabra hebrea formada por las cuatro letras YHWH o JHVH, traducida como Jehová. Dios es la traducción de Elohim, que es una palabra en plural. Como no se da un número con ella, uno puede pensar que el número es tres. En hebreo, un nombre es singular, dual o plural. Cuando es plural pero no se da número, se deduce  que se refiere al número tres. Por lo tanto, Elohim, es una referencia a la Trinidad (ya vimos algo sobre este versículo hace unos días pero esta información era necesaria adjuntar)

Si lo parafraseáramos quedaría:

“Oye Israel, Jehová nuestra Trinidad, Jehová uno es”

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