Hay tres cosas que Dios hace que llenan de confusión al mundo y aún a la iglesia: castigo, disciplina e ira.
Hablar de castigo, disciplina e ira de Dios, ofende a los hombres y usan estos actos de Dios para intentar desacreditarlo, hacer su propia teología o establecer una base por la cual no creer en Él.
Frases como “Si Dios es amor, ¿cómo puede mandar gente al infierno?” se nos dicen continuamente.
Necesitamos entender estas tres cosas desde la perspectiva de Dios, no la del hombre.
Comencemos con el castigo.
Generalmente se nos dice que se castiga a alguien para su bien. Los padres castigan a sus hijos desobedientes para que aprendan obediencia… pero Dios no castiga para corregir, Dios castiga para satisfacer su justicia. Su justicia exige el castigo.
Esto lo podemos entender al ubicarnos en una realidad que generalmente pasamos por alto: Dios no trata del mismo modo a sus hijos que a los que le rechazaron.
Cuando Dios castiga a quienes le rechazan, no está buscando corregirlos, está satisfaciendo su justicia.
Los castigos que Dios impone a quienes no son sus hijos no tienen como objetivo un bien futuro para quienes reciben el castigo.
No había un bien futuro para los vecinos de Noé cuando el diluvio, no había un futuro de bien para los habitantes de Sodoma y Gomorra, no había un bien futuro para los hijos de Coré cuando se los tragó la tierra… y así podríamos continuar.
En esos casos y muchos otros en los que podemos ver el castigo de Dios sobre los que le rechazan, no encontramos ninguna intención de que el castigo obrara como rehabilitador de esas personas pues en su totalidad fueron destruidas.
Entonces, cuando Dios castiga como juez vengador, quienes le rechazan y ven ese castigo tampoco se vuelven a Dios sino que ese castigo endurece aún más sus corazones.
Y Dios no es cruel ni injusto al hacer esto.
Cuando un tipo viola un niño, todos queremos que se lo castigue con todo el peso de la ley, pero nadie está pensando que ese hombre sea rehabilitado por ese castigo, la mayoría está pensando “que se pudra en la cárcel”, y esto es porque necesitamos que nuestro sentido de justicia sea satisfecho.
Teniendo en cuenta esto, ¿es injusto Dios al castiga al que peca deliberadamente contra Él?
Disciplina. Pero algo muy diferente ocurre con los hijos de Dios.
Todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros fueron castigados en Jesús en la cruz. Todos. Y ese castigo era tan perfecto que en una sola vez, en un solo acto, Jesús sufrió el castigo por todos los pecados sin que quede ningún poquito que nosotros debamos pagar.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, Romanos 8:1
Dios no te castiga, Dios no me castiga.
Lo que Dios hace con nosotros, sus hijos, es disciplinarnos. La disciplina ocurre por el pecado que aún hay en nuestras vidas. Él nos disciplina, corrige, para nuestro bien.
Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Hebreos 12:7
Un ejemplo, yo le robo a Ramón, hay perdón provisto para mí desde el día que Jesús murió en la cruz por todos mis delitos y pecados, así que Dios me perdona, pero entro en la disciplina de Dios, Dios hará algo para disciplinarme y que yo aprenda a no robar más, y tendré que enfrentar las consecuencias de mi pecado, como confesarle mi robo, devolver lo que le robé y trabajar para recuperar su confianza en mí.
Si de verdad quiero ser cada día mejor hija de Dios, Dios usará esas consecuencias para que mi fe aumente y arreglar la confianza de tal modo que la relación sea mejor que antes.
El amor y la misericordia de Dios hacia sus hijos es la que lo lleva a disciplinarnos.
Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. Apocalipsis 3:19
La disciplina es sólo para los hijos, Dios no disciplina a los que no son sus hijos.
Volvamos al castigo. Mientras que la disciplina se origina en el amor y la misericordia de Dios, el castigo se origina en la ira de Dios.
La ira de Dios es santa y justificada, no se parece en nada a nuestra ira. Nuestra ira está llena de pecado.
La ira de Dios siempre, siempre, siempre, ha sido, es y será contra aquellos que no le obedecen. Hijos obedientes no son objeto de la ira de Dios.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36
Desde antes de la fundación del mundo sabemos que Dios tiene establecido un día específico para desatar su ira, y será su ira la que mantendrá la eternidad del castigo en el infierno, porque, ¿quién sino sostendrá eternamente el infierno?, ¿el diablo?, ¿los demonios?, no, ellos no quieren ese castigo, será la ira de Dios, de la que no podrán escapar eternamente.
Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; Romanos 2:5-8
A esa ira la llamamos ira eterna, pero hay otras manifestaciones de la ira de Dios. Manifestaciones que vemos desde el Antiguo Testamento.
Manifestaciones que vemos en el día de hoy.
Hay una ira de Dios que se manifiesta en los desastres naturales.
He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz, y hace esparcir a sus moradores. Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al que da a logro, así al que lo recibe. La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra. Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Isaías 24:1…
Y sí sufren los inocentes junto con los culpables…
Hay una ira de Dios que se manifiesta en abandono.
Y aunque a muchos no les guste, es la ira que está experimentando nuestro país, y lo vamos a ver con la Biblia.
Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos… Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza… Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; Romanos 1:24, 26 y 28
Esta es la ira de Dios que está viviendo Uruguay, aunque muchos no quieran aceptarlo. Cuando dice que Dios los entregó, la Biblia se refiere a que los hombres se obstinaron tanto a vivir en la maldad que Dios dijo: “¿Eso quieres? Listo, ya puedes vivir sin mis restricciones”
Este abandono por parte de Dios aumentará el desastre en el que vive nuestra sociedad y el juicio se hará mayor.