Abunda el dolor, abunda la consolación.
La vida no sólo es un paseo por Disneylandia, Dios nos avisó que habrían muchos, muchísimos días en el valle de sombra de muerte, pero así como ellos serán muchísimos, muchísima será su consolación.
No piensen en un versículo, piensen en un pasaje, un capítulo entero.
¿Cuál creen que es uno de los pasajes de la Biblia más conocido y que más ha sido memorizado?
Es el salmo 23.
¿Alguien se lo sabe de memoria?
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días. Salmo 23
Ahora miremos algunas noticias del día de hoy.
¿Crees que no hay un cristiano metido en alguna de estas historias tristes y que necesita el Buen Pastor?
Volvamos al salmo 23.
¿Alguna vez te diste cuenta que el salmo 23 tiene promesas para tiempos de aflicción?
Como cristianos, hay mil cosas feas por las que deberemos pasar, mil tristezas, mil pérdidas, mil traiciones…
Dios es tan realista en toda su Palabra sobre el sufrimiento que pasaremos que se transforma en el Buen Pastor en medio de ese sufrimiento.
Miremos una vez más el salmo 23.
Las aflicciones, las enfermedades, la muerte, el dolor, la soledad que puede llegar a nuestras vidas no es algo que sorprenda a Dios y sobre lo que Él no pueda tener el control. Ningún accidente, ninguna enfermedad, ninguna traición es algo con lo que Dios no pueda hacer algo. Sólo que a veces Él no hace lo que esperamos.
En nuestra mente está la idea de que de Dios nos da y el diablo quita. Mira bien.
y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. Job 1:21
No hay una sola cosa que nos sea quitada, que nos cause dolor, que no haya estado dentro del propósito de Dios, del cuidado de Dios, del control de Dios.
Y esto es así porque todas las aflicciones sólo son para hacernos más como Jesús. Jesús fue un varón de dolores. Jesús padeció para ser obediente. Jesús sufrió. ¿Acaso no deberíamos sufrir nosotros también?
Él lo hizo para que nosotros sigamos sus pisadas.
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 1 Pedro 2:21
Pero, ¿de verdad es necesario que Dios me aflija tanto?
Esa es una pregunta que cada uno de nosotros nos hacemos y nace desde lo más profundo de nuestras emociones.
Tal vez Dios quiera corregirme y la aflicción que ha venido a mi vida es parte de su ira que busca enderezarme. Dios hace eso. ¿Te acuerdas de María, la hermana de Moisés? Dios la enfermó para corregirla.
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