Y sí, nos va a costar volver a levantar nuestras manos, y nos va a costar fortalecer nuestras rodillas, y nos va a doler, y va a necesitar mucha determinación, porque tenemos que declararle una vez más la guerra al diablo, porque tenemos que declararle una vez más la guerra al pecado que quiere vencernos, porque tenemos que declararle una vez más la guerra a esa tonta calma que nos da el desaliento…
Dios hará su parte cuando vos y yo nos dispongamos a hacer la nuestra.
Pero hay algunas cosas con las que debemos tener cuidado, mucho cuidado después de determinar que nos fortaleceremos, son esas cosas que nos han llevado a rendirnos todas las veces que hemos pensado en volver a comenzar.
1-Fijarnos por dónde caminamos. Hay muchos escombros donde tropezar, cuidemos por dónde vamos a ir, que lo que se rompió no nos haga caer, que lo que se rompió no nos quiebre.
Piensa en todos los escombros que hay a tu lado, cuando decidas fortalecerte, cuídate que esos escombros, que eso que se rompió a tus pies, no te haga caer. Y restaura lo que se debe restaurar y deja detrás lo que no quiere ser restaurado.
Dios te va a dar la sabiduría para que sepas qué debes restaurar y qué debes dejar detrás.
2- Seguir la paz. Todo lo que se ha roto a nuestro lado nos vuelve menos amables, menos pacientes, con menos amor… entonces nuestras relaciones con los que amamos se hacen tirantes, tenemos muy poca capacidad de entendernos, de soportarnos… y no disfrutamos de la compañía de unos y otros… y casi hemos perdido los temas sobre los que podemos dialogar.
Si has determinado fortalecerte, lo segundo que debes hacer es volver a construir tus relaciones con tus hermanos en Cristo.
3- Cuidar la santidad.
Cuidemos lo que siente nuestro corazón ante lo que se ha roto. Y cuidemos que no queramos usar los escombros para vengarnos contra quien provocó el derrumbe. Cuidemos de no lastimarnos con los escombros. Es para volver a levantarnos, es para avanzar, es para reconstruir.
4- Tengamos mucho cuidado con la amargura. Si aún no has decidido fortalecerte, ten mucho cuidado porque uno de los peligros más graves de permanecer con el corazón apocado, sin ganas de avanzar, es la amargura. Era amargura lo que tenía Noemí que hasta quería cambiarse el nombre.
Fue amargura lo que nació en el corazón de Esaú y quiso matar a su hermano… la amargura nace en nuestro corazón cuando no ocurre lo que esperábamos, cuando se rompe lo que hemos construido y nos desalentamos, y permanecemos en el desaliento.
Dios no ignora lo que nos ocurre. Sabe de todos tus dolores, desde que estabas en el vientre de tu madre. Vio todas las batallas que perdiste. Estaba allí cuando desesperabas. Lo sabe todo, y como lo sabe y como te conoce, es que puede decirte que fortalezcas tus rodillas y vuelvas a andar.
Lo sabe todo pero nos quiere útiles.
Martillo me sois, y armas de guerra; Jeremías 51:20
Si te falta el cabo, hay que volverlo a poner… si se rompió tu equipo de guerra, hay que repararlo. Útil te quiere Dios.
Nos quiere caminando firmes y fieles entre los escombros de este mundo porque va a nuestro lado y tiene mayor gracia para regalarnos que todos los derrumbes de los que nos toque levantarnos.
Esta predicación o mensaje trata sobre: Cansancio, Continuar, Fortaleza, Hebreos, No rendirse, Volver a empezar
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