¿Quién tiene la razón? La pelea por tener la razón rompe la armonía

Hechos 12:14 y Santiago 4:1

Quién tiene la razón.

Hace unas noches se oían canciones cristianas a lo lejos. A mí me parecía que estaban cantando en una plaza, a Ramón le parecía que era desde una iglesia. Yo estaba convencida que debía haber un evento cristiano al aire libre y le pedí que me llevara. Me dijo que sí me llevaba, pero que no era en una plaza, que debía ser en una iglesia. Salimos y calle vino, y calle fue, buscando la plaza… buscando la iglesia. ¿Adivinen quién tenía razón?

En un ratito les daré más pistas para ver si descubren cuál de los dos tenía razón.

La mayoría de nuestras peleas en casa, en la iglesia, con los amigos, en el trabajo, es por querer hacer valer nuestra “razón”

Cada uno lucha por defender su “razón”, nuestro modo de entender la realidad nos lleva a creer que tenemos la “razón” y que todos deben sujetarse a mi “razón” porque los otros son los equivocados y yo soy quien tiene la “razón”.

A veces la razón es nuestra, otras veces es de otro, pero rarísimas veces reconocemos que es el otro el acertado y nosotros los errados.

Cuando pasamos por la primer iglesia no había ni rastro de música.

Lo terrible es que de las veces que tenemos razón, la mayoría de esas veces, actuamos de peor forma que quien no tiene la razón porque en el ardor de defender nuestra razón e imponerla, rompemos toda armonía y toda posibilidad de que esa armonía se recomponga de forma rápida.

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Santiago 4:1

Prestemos mucha atención a este pasaje.

¿De dónde vienen todos los conflictos y peleas que hay entre ustedes? Vienen de ustedes mismos, de sus deseos egoístas que siempre están librando una guerra en su interior. Santiago 4:1 PDT

Es nuestro deseo egoísta de restregarle en la cara que tenemos razón, una de las causas que provocan nuestros conflictos.

¿Quién tiene la razón?

Y ahí ya hemos perdido la “razón” y con nuestros enojos y gritos y burlas y desvalorizaciones del otro le damos lugar a nuestro enemigo a que tome lugar en la disputa.

Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. Efesios 4:26-27

Nuestras peleas le dan entrada al diablo al ámbito en el cual desarrollamos el conflicto.

Cuidado cómo queremos imponer y hacer valer nuestra razón, después no nos quejemos que el diablo ha metido cizaña en nuestro matrimonio, en nuestras amistades, en nuestra iglesia, en nuestro trabajo, en nuestros estudios.

Cruzamos varias calles más, en una de las transversales, como a mitad de cuadra, había otra iglesia, pero tampoco había música.

Y si en nuestro fervor de demostrar y hacer valer nuestros argumentos nos hemos equivocado, volvamos a establecer la paz perdonándonos unos a otros.

Pablo exhorta a perdonarnos para que el diablo no tome ventajas sobre nosotros.

para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones. 2 Corintios 2:11

Así Satanás no se aprovechará de nosotros. ¡Ya conocemos sus malas intenciones! 2 Corintios 2:11 TLA

Las peleas no las origina el diablo, los conflictos no los origina el diablo, los originamos a nosotros y nosotros somos los que le permitimos al diablo aprovecharse de nosotros en medio de nuestros enojos.

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