Para tener una relación con Dios, Él debe ser la única razón de nuestra adoración. Debe ser sólo en Él que está puesta nuestra esperanza. Debe ser Él nuestra fuente de felicidad. Si esto no es así, estamos teniendo dioses ajenos que nos alejan de Él.
Este mandamiento era para el pueblo de Dios. Este mandamiento es para su iglesia, por lo tanto, con “dioses ajenos” la Biblia se está refiriendo a algo que muchas veces se nos debe pasar por alto.
“La ley moral de Dios” exige que Dios sea nuestro único objeto de adoración.
Los dioses ajenos son todas aquellas cosas que nos dominan que nos controlan en una o varias de las áreas en que se desarrollan en nuestras vidas.
Los dioses ajenos son todas aquellas cosas que mantenemos en oculto y no queremos que nadie sepa.
Los dioses ajenos son todos los motivos secretos que nos llevan a actuar y a decidir del modo que lo hacemos.
Podemos tener dioses ajenos emocionales, dioses ajenos materiales, dioses ajenos sensuales…
Los dioses ajenos siempre:
- Impiden que entremos al cielo
- Detienen el señorío de Cristo en nuestras vidas
- Buscan controlarnos y dominarnos
Algunas personas tienen al mismo diablo como su dios ajeno. Aquellos que usan al curandero como sanador; a la bruja como quien soluciona sus problemas; al tarot para saber cómo enfrentar el futuro; a la ouija para sobrellevar el pasado… todos ellos tienen al diablo como su dios ajeno.