Los codiciosos no pueden servir a Dios, pueden decir de palabra que lo hacen, pero en realidad están buscando su propia ganancia pero Dios no los tiene en cuenta como sus siervos.
…Si alguno anhela obispado, buena obra desea… Pero es necesario que sea… no codicioso de ganancias deshonestas… 1ª Timoteo 3:1-3 (R.V)
En la misma medida que la codicia domina nuestra vida, en esa misma medida Dios castiga.
… ha venido tu fin, la medida de tu codicia. Jeremías 51:13 (R.V)
La codicia no está relacionada con la situación económica, puede ser codicioso el más rico y el más pobre.
La codicia no está relacionada con un matrimonio infeliz, puede codiciar al conyugue de otro quien está en el matrimonio más feliz o en el más infeliz.
La codicia es un pecado que hay en nuestro corazón y no se basa en nuestra realidad sino en nuestro egoísmo.
La codicia nos impide ser felices con los triunfos de otros, por el contrario, nos lleva a lamentarnos de nuestra situación.
La codicia nos impide ser verdaderos amigos porque la verdadera amistad busca el bien del prójimo y el codicioso sólo busca su propio bien. Todos los amigos que tiene el codicioso, los tiene para aprovecharse de ellos.
El codicioso es un desagradecido nato. Es desagradecido con su familia, es desagradecido con Dios porque siempre le falta algo para ser feliz.
… pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Filipenses 4:11 (R.V)
No es pecado ser rico ni es pecado ser pobre, es pecado querer lo que es de otro.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3ª Juan 1:2 (R.V)
Dios anhela que seamos prosperados en todas las áreas de la vida, pero hay una condición: que todas las áreas deben prosperar. La prosperidad económica no puede estar apartada de la prosperidad del alma.
El contentamiento es lo que mata a la codicia. Cuando estamos agradecidos, satisfechos, felices, por lo que Dios nos da y por lo que no nos permite tener, comienza a nacer el contentamiento y a morir la codicia y de verdad aceptamos la soberanía, el gobierno de Dios en nuestras vidas.
Cuando vives de acuerdo a la Ley Moral de Dios, pueden gastar las calles del pueblo siguiéndote, pueden acampar en la esquina oscura desde la cual se ve la puerta de tu casa o el fondo de tu casa, pueden rastrear tu celular, dar vuelta para arriba y para abajo tu facebook, instalar una cámara oculta en tu cuarto o en tu trabajo, que no te podrán señalar sin inventar una mentira o sacando las cosas de contexto, pero en realidad sólo podrán saber que en lo público y en lo secreto eres alguien a quien Dios aprueba.
Esta predicación o mensaje trata sobre: Codiciar, Envidia, Ingratitud, Contentamiento, Mandamientos, Éxodo
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