Las promesas de Dios para su pueblo eran muchas, enormes, suponían un futuro de éxitos en lo espiritual, en lo cultural y en lo económico.
Pero las promesas de Dios para su pueblo, estaban condicionadas… y eso fue un gran problema para Israel…
Las promesas de Dios para sus hijos son muchas, enormes y también suponen una vida de bendición, salvación eterna, y prosperidad moral y económica para sus hijos.
Pero hete aquí, que también para sus hijos, las promesas de Dios están condicionadas.
Ambas promesas, y casi todas las promesas de Dios están condicionadas por lo mismo, OBEDIENCIA.
Y la falta de obediencia fue lo que llevó a que Israel no alcanzara todas las cosas que Dios había prometido desde Abraham hasta Josué, pero la culpa no fue de Dios, la culpa fue del pueblo que no supo someterse en una vida de obediencia.
Así fue, por mencionar solo una cosa, que Dios le había prometido a Israel un territorio que superaba los 777000 km, pero Israel sólo pudo consquistar 77000.
Así es que nuestra vida cristiana, es apena una minúscula muestra de lo que Dios tiene preparado para nosotros, y eso no debería ser así.
Pero depende de nosotros y de nuestra obediencia.
Nuestro grado de obediencia determina el flujo de bendiciones que llegará a nuestra vida.
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