Canon se refiere a los libros que conforman a la Biblia.
Todos los libros del canon bíblico señalan hacia dos hechos esenciales de la historia de la redención: el Mesías que vendría en el Antiguo Testamento y la llegada del Mesías en el Nuevo Testamento.
No existe un teólogo serio que diga que alguno de los 66 libros que componen la Biblia no debería estar allí, ni existe el teólogo serio que pueda decir que falta algún libro para agregar en la Biblia.
Desde el comienzo de la historia de la humanidad, hasta el día de hoy, quitar palabras de Dios impide que el hombre pueda conocer lo que Dios espera de él; agregar a las palabras de Dios implica forzar a los hombres a hacer cosas que Dios no espera que hagan, por eso es esencial conocer con certeza que estos 66 libros son los necesarios para la vida cristiana.
No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno. Deuteronomio 4:2
Para confiar y obedecer a Dios, debemos estar seguros que la Biblia que tenemos es la completa Palabra de Dios.
No pueden existir dudas sobre la autoridad de la Biblia como la Palabra de Dios.
Desde hace un tiempo se han comenzado a levantar voces que sostienen que ha habido un complot en la iglesia para no agregar ciertos libros al canon. Esto es completamente falso.
Los libros que componen el Antiguo Testamento son los que los israelitas habían calificado y agrupado en la Torah y no tenían dudas de cuáles libros debían o no integrarla.
Los judíos tenían claro que, excepto el Pentateuco de Moisés, los demás libros fueron escritos en el período o cerca del período al que se refieren y que todos, incluidos los cinco libros de Moisés, lo que plasmaban, coincidían completamente con la verdad.
En cuanto al Nuevo Testamento, hacia el 150 d.C., se hizo el canon de Muratori que no incluía las cartas de Pedro, Santiago y Hebreos, aunque se los consideraba válidos.
Desde el 180 d.C., ya se usaban los 27 libros que integran nuestro Nuevo Testamento y es Orígenes de Alejandría, en su ministerio, que los definió como “Escritura”.
Se dejaban fuera varios pseudos evangelios y otros libros porque no se les consideraba “Escritura”.
Lo que hacía que un libro fuera “Escritura”.
Debía ser escrito por un apóstol o bajo la dirección de un apóstol.
Su contenido debía coincidir con la doctrina general de todas las Escrituras.
Debía ser usado desde la época temprana de la iglesia y debía tener un uso general en todas las iglesias.
Si un escrito no coincidía con esto, no era considerado “Escritura” y no se incluía en el canon.
Si creemos que Dios inspiró las Escrituras, también debemos creer que Dios mismo se encargó de que nos llegaran, como su Palabra, los libros que Él quiso y preservó y dirigió para incluirlos en lo que hoy llamamos Santa Biblia.