El objetivo de nuestra vida debería ser crecer en amor hacia Dios todos los días, no le amamos ni cerca de lo que nos pide, apenas que le amamos un poco. El pedido de Dios es con todo nuestro ser.
Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5
Jesús citó este pasaje cuando los escribas le preguntaron cuál era el mayor mandamiento (Marcos 12:28-31). Recuerda, Deuteronomio es un libro muy citado por Jesús por eso han buscado invalidarlo por mucho tiempo.
Como no le amamos lo suficiente, nuestra obediencia es poca y a veces nula.
Cuando le amamos, las palabras de Dios son las que dirigen nuestras palabras, nuestros actos, nuestros pensamientos, nuestras emociones…
Una de las consecuencias directas de nuestro amor verdadero por Dios es que transmitimos sus palabras a los demás, en especial a los que son de nuestra familia.
Quien no enseña, de palabra y de hecho, en casa de Dios es porque no ama lo suficiente a Dios.
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Deuteronomio 6:6-9
Veamos las acciones que Dios espera:
-deben dirigir nuestras vidas-sobre tu corazón
-las dirás hasta que las aprendan-las repetirás
-serán la base de tus consejos, tus hábitos y tus costumbres-hablarás: casa, camino, acostarte, levantarte
-deben dirigir nuestro presente y deben ser la base sobre la que construyes tu futuro-tu mano, frontales entre tus ojos
-deben ser la base en que fundas tu casa-tus poses, tus puertas
Y esto no es para que tus hijos y en tu casa se haga lo que vos querés, sino para que cada uno pueda encontrar el propósito de Dios en sus vidas y cada uno haga lo que Dios quiere y todos podamos amar el propósito que Dios tiene para la vida de cada uno y todos contribuyamos a que cada uno pueda desarrollar ese propósito.
La palabra de Dios debe estar tan presente en nuestras rutinas para que se haga parte esencial de nosotros y comience a despertar un amor verdadero por Dios que nos lleve a la obediencia.
El amor y la obediencia verdaderos llevan a la humildad, al reconocimiento de que todo lo que logramos ha sido por la bendición que Dios nos ha dado.
Cuando faltan ese amor y obediencia verdaderos, aparece el “yo”. “Yo” lo hice, gracias a “mí” ustedes…
Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Deuteronomio 6:10-12
El amor y la obediencia a Dios, hará que Dios nos apruebe como justos, como aquellos que buscan hacer lo bueno, como aquellos hijos a los cuales puede bendecir.
Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado. Deuteronomio 6:25
Si tenemos cuidado de obedecer todos sus mandamientos, tal como él nos ordenó el SEÑOR, Dios nos aprobará por haber hecho lo que es bueno. Deuteronomio 6:25 PDT
Puedes ver el video de este mensaje en «la relación entre el amor y la obediencia».
Esta predicación o mensaje trata sobre: Amor, Obediencia, Dios, Ley, Deuteronomio
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